jueves, 14 de febrero de 2019

Reflexiones

Tengo una alumna que cada vez que acabamos una clase o tenemos que hacer uno de ejercicio nuevo, siempre piensa que no va a poder hacerlo, que no va a ser capaz, y la verdad es que me fustra ver que no es capaz de ver lo que ha avanzado desde que ha empezado con las clases.

Es cierto que nosotros somos nuestros mayores enemigos, aunque muchas veces, son los demás los que han engendrado ese monstruo.

Me ha hecho pensar, en todos esos pequeños comentarios negativos que desde pequeños escuchamos y que poco a poco, como una gota de agua erosiona una roca, por muy fuerte y muy dura que sea, mina nuestra confianza. Esos comentarios como, pero qué torpe eres, pero qué nariz más grande tienes, que tonta, que.....

Tendríamos que intentar educar a nuestros hijos e hijas en positivo, no ensalzando sus defectos sino reforzando sus virtudes. No me entendáis mal, no quiero decir que debamos decirles que son los mejores en todo, que son maravillosos hagan lo que hagan. Cuando se equivocan, cuando hacen algo mal, hay que decirles que está mal, pero debiera de ser en positivo, no diciéndoles una y otra vez que son torpes, o inutiles, o tontos, sino haciéndoles ver que si trabajan y se esfuerzan, es posible, que la siguiente vez le salga mejor, pero que si no es así, no pasa nada, ya que no todo se les debe de dar bien.

Tratemos de no fomentar en nuestros niños y niñas la idea de que deben de ser perfectos, pues la perfección no existe.

Hagámosles ver que da igual que tengan una nariz torcida, tengan 2 pies izquierdos al practicar cualquier tipo de deporte o no sepan diferenciar su mano izquierda de la derecha, que no pasa nada si los idiomas se les atragantan, alimentemos sus deseos y pasiones, y no apaguemos sus sueños.

Tratemos de reforzar aquello que les gusta, aunque no se les de bien. ¿Qué pierden unos padren dejando que su niño/a tome clases de baile aunque tenga un sentido del ritmo un tanto particular?. Dinero, no más. En cambio, dejando que se esfuerce y practique algo que no se le da del todo bien, le enseñamos que no pasa nada, que el esfuerzo y el trabajo, pueden traer recompensas, que intentarlo merece la pena, y que por probar no pasa nada. Así, cuando en la vida se enfrente a retos, no los temerá.

Y no nos empeñemos en que los demás hagan lo que a nosotros nos gustaría que hicieran, aunque se les de de maravilla.

Podremos pensar que es un talento desperdiciado, pero una persona obligada a hacer algo que no ama, que no quiere, que no le gusta, está condenada a la infelicidad.

Dejemos a nuestros niños/as ser lo que quieran ser, enseñémosles que como son, son perfectos, con sus virtudes, y sus defectos.