Ahora que llegan las navidades, en casi todos los hogares se repetirán las tradiciones y costumbres, que en muchas ocasiones, sin saber muy bien por qué, se repiten de generación en generación. Y en casa no es diferente.
Para mí, las navidades, más que una celebración religiosa, suponen un cúmulo de pequeños recuerdos y costumbres. Momentos disfrutados con mi ama, de momentos rodeada de familia y amigos.
Aún hoy recuerdo con cariño, ese día justo antes de las navidades, cuando mi hermano y yo acompañábamos a mi ama y amuma a comprar figuritas para el belén y adornos para el árbol. Y aún hoy, y a pesar de que hayan pasado más de 20 años, algunas de esas figuritas y alguna que otra bola de cristal de esos días, siguen decorando el belén y el árbol. Muchas ya están descoloridas, feas, pero cuando las saco de la caja dónde han estado guardas todo un año y las cojo entre mis manos, puedo recordar con claridad el día en las que las compramos. Recuerdo a mi ama diciéndonos a mi hermano y a mí que tuviéramos cuidado y diciéndonos dónde colocarlas. Ahora las coloco sola, pero si cierro los ojos puedo oír a mi ama diciéndome que tenga cuidado.
Pero decorar el árbol y poner el belén no son los únicos buenos recuerdos que guardo relacionados con la navidad. Año tras año, era ineludible la visita a la exposición de belenes que se organiza en Bilbo. Y ese era un día grande. Bajar a la gran urbe, toda una aventura. Tanto para mi hermano como para mí, que hemos crecido en un pequeño barrio, de un ya de por sí, un pequeño pueblo, Bilbo era la leche. Recorrer Bilbo, engalanado con las luces navideñas, de un rincón a otro para visitar las distintas exposiciones nos encantaba. Además la visita siempre acababa con un chocolate. Esta visita sigue siendo tradición, y salvo raras excepciones, todos los años bajo a Bilbo con mi ama, recorremos la ciudad y acabamos la tarde con un chocolate, como cuándo era niña.
Decorar el árbol, poner el nacimiento, la visita a la exposición de belenes, son recuerdo que guardo con cariño. Pero también recuerdo con cariño el tener a todas la familia al rededor de una mesa, todos juntos. Normalmente siempre acababan en pelea, como ahora, pero poder estar todos juntos, era toda una experiencia, pues las navidades eran de los pocos días en los que podíamos estar todos juntos, a gritos, pero juntos. Y relacionados con la mesa muchos recuerdos, muchas tradiciones. Aún hoy las mantenemos. Una de ellas, bendecir la mesa y recitar el padre nuestro. Está última labor correspondía a los más jóvenes de la casa, a los niños, esto es, a mi hermano y a mí. Cada día uno. Y ahí empezaban las discusiones, que si te toca a tí, que no, que a mí no me toca .... Ahora les toca a mis primos, y ellos, al igual que mi hermano y yo discuten por librarse. Otra tradición, que ahora que no está mi amuma continua mi ama, es la siguiente: en nochebuena, se coge un trozo de pan, se bendice haciéndole una cruz en la parte de atrás y se mete debajo del mantel. Ahí permanece toda la noche. A la mañana siguiente se guarda, pero antiguamente se troceaba y se les daba de comer a los perros de la casa para evitar que cogieran la rabia. De esos trozos de pan hay muchos por casa, duros como una piedra pero sin una sola mota de moho.
Al fin y al cabo, para mí, las navidades no son una celebración religiosa, son unos días en los que poder disfrutar de la familia. Ahora, lo entiendo, pero cuándo era pequeña no entendía por que tenía que compartir a mi ama con tanta gente, la cosa de tener un negocio familiar en el que se trabaja de lunes a lunes. Así, todos estos pequeños momentos eran momentos que tenía a mi familia sólo para mí, sin tener que compartirla. En esos momentos al rededor de la mesa, mientras decorábamos el árbol o visitábamos la exposición de belenes parecía que el tiempo, el mundo se paraba.
Así, supongo que cómo en mi casa existen estar tradiciones y costumbres en las vuestras existirán otras. Y para acabar u par de tradiciones más. El día de nochebuena se come arroz blanco con chirlas y el día navidad y año nuevo se desayuna chocolate con croissant.
¡Qué bonito , Eunate! Siempre me arrancas una lágrima.
ResponderEliminarMe encanta que te guste. Un beso
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