Hace una reflexión que yo me he hecho muchas veces, y me parece interesante compartirla.
Pero, aviso para navegantes, puede ser que alguna de las fotos que aparecen en el artículo hiera la sensibilidad de quien lo lea. No son agradables de ver, pero por desgracia son en pan nuestro de cada día.
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Los niños de Machado
El eterno debate de cómo gestionar esas fotos de críos sin vida por culpa de la guerra que llegan a las redacciones
28.11.12 - 18:07 - ISABEL IBÁÑEZ
"Cuatro cuerpos de niños descansan pegaditos en la morgue del hospital de Al-Shifa". Así comenzaba Mikel Ayestaran, enviado especial de este periódico a Gaza, su crónica del pasado día 19, víspera de la celebración del Día Universal del Niño, cuando los aviones israelíes centraron su objetivo en la casa de un empresario ligado a Hamas. Esta ofensiva ha vuelto a hacer llegar a las redacciones de los periódicos fotos atroces, imágenes que nunca debería haber captado un objetivo porque nunca deberían haberse producido. Pero se producen. A veces las palabras son suficientes. Ese empleo del término "pegaditos" provoca un respingo que recorre el cuerpo. Pero son tantas las noticias procedentes de lejanos lugares que hablan de 'Siete niños muertos en un bombardeo', 'Mueren 35 niños en Bagdad en la mayor matanza infantil desde el inicio de la guerra', 'Dieciocho niños muertos en atentados suicidas'... que es fácil olvidar que esas cifras tienen caras. Por eso hay quien opina que una imagen vale más que mil palabras.
Cuatro hermanos palestinos, muertos en uno de los bombardeos de la aviación israelí contra posiciones de Hamas en Gaza, en un depósito de cadáveres de Palestina. Noviembre de 2012 (Mohammed Salem / Reuters)
"Nos bombardean, nos matan como a ratas y nadie dice nada. ¿De qué me sirve hablar contigo? He contado esto a muchos periodistas, pero no sirve de nada", le decía hace unos días al corresponsal una anciana sentada a las puertas de una escuela de Gaza. Las víctimas de conflictos suelen pedir ayuda a los reporteros. Saquen esto, que el mundo sea testigo, que sirva para algo... suplican. Ahí está ese crío que mira a la cámara sosteniendo una foto donde se ve a una pequeña de su familia enterrada entre los escombros.
Niño palestino sostiene un cartel con la fotografía del cadáver de una niña familar suya, enterrada entre los escombros de su casa de Gaza tras un bombardeo de las tropas israelíes. Enero de 2009. (AP Photo/Karel Navarro)
Esos ojos confirman que lo poco que queda de infancia dentro de él también se ha ido. Al menos, la inocencia. La realidad en muchas zonas del planeta es tan cruda que desde aquí es complicado de imaginar y entender. Es difícil pensar que alguien allí piense en morbo ante la visión de esos cuerpecillos. Son sus niños y los está matando.
Es un eterno debate en los medios de comunicación el cómo gestionar este tipo de fotos que llegan a las redacciones, imágenes de críos sin vida por culpa de enfrentamientos. Se agolpan en el ordenador junto a las de modelos medio desnudas o políticos con corbata estrechándose la mano. En 2003, a las pantallas saltó la imagen de un iraquí de Basora sosteniendo en sus brazos a una niña agonizante con los pies cercenados por culpa de un bombardeo angloamericano. Una más, pero hay quien aún se acuerdan de ella en la redacción, más que nada por la expresión tremenda de aquel hombre, de no saber qué hacer con lo que tiene entre las manos. Quizá la niña sobrevivió y hoy es una joven estudiante con prótesis. Quizá no. ¿Qué hacer con esa imagen? ¿Es necesaria para remover conciencias, para despertar las ganas de hacer algo, que es lo que nos piden desde allí? Evidentemente no es lo mismo morir en un accidente de coche o en una inundación que en una guerra, donde la denuncia siempre es necesaria. ¿Qué pensaría cualquiera que, de repente, se desayunara con esa imagen? ¿Qué pensaría usted, lector?
José Luis Peñalva, comentarista de la sección de Internacional de este diario, escribía esto en mayo, cuando varios niños sirios fueron asesinados por militares: "'The Times' reconoce que no se ha atrevido a publicar las fotografías de la matanza por su crudeza, y eso que están desenfocadas. No le está permitido herir la sensibilidad de sus lectores al mostrar a una niña angelical, no llega a dos años, a la que le falta la mitad de la cabeza; un niño de seis que parece dormido, al que se le ha seccionado la parte de atrás del cráneo y cuyo cerebro yace desmayado sobre una manta; una niña que mira hacia arriba esbozando una sonrisa y muestra por encima del ojo derecho un agujero de bala aureolado de sangre y huesos". Sí, las palabras pueden ser certeras como una imagen, como un disparo. Como la realidad.
¿Hay que priorizar entonces la protección de la sensibilidad del lector o la de ese hombre que lleva entre las manos el cuerpo sin vida de su sobrino
Un beduino porta el cadáver de su sobrino, muerto durante un bombardeo. Agosto de 2006. (Joseph Barrack / AFP)
y que sin duda apreciaría que la comunidad internacional hiciera algo para parar esa locura? Al margen de la discusión sobre el uso de este tipo de información como propaganda por ambas partes de un conflicto, fueron los Comités Locales de Coordinación de oposición en Siria los que difundieron la imagen en la que se muestran cadáveres de niños envueltos para su funeral después de un ataque del ejército cerca de Damasco.
Los Comités Locales de Coordinación de oposición en Siria difunden esta imagen de cadáveres de niños envueltos durante el funeral de los fallecidos en Daraya, cerca de Damasco, después de un ataque del ejército sirio. Agosto de 2012. (HO / AFP)
Juan Ignacio Fernández es el redactor jefe de fotografía de EL CORREO. Considera este tema de extrema complejidad: "Los lectores no saben las fotos que nos llegan, la dureza de algunas de ellas, del trabajo que supone elegir, descartar, de lo delgada que es la línea entre lo que tú entiendes que es necesario para denunciar una situación, para intentar hacer algo, y de lo que puede ser visto como morboso. Pienso que la mayoría de los lectores creen que si damos fotos así es para atrapar la atención, por puro morbo, para vender. Es difícil ver determinadas imágenes desde nuestra perspectiva occidental, cuando allí donde se producen son el pan nuestro de cada día, donde la violencia es moneda común. De todos modos, yo no soy partidario de dar fotos de niños muertos. Hay que tener mucho cuidado. Y en cualquier caso, ser muy sensatos en la elección". En Unicef opinan que la clave en estos casos es siempre ser "extremadamente respetuosos con la dignidad de la persona fotografiada. Ante una imagen de este tipo siempre tenemos que pensar: ¿me gustaría que se le diese difusión si fuese mi hijo el protagonista? Se puede hablar de un problema y hacerlo visible sin necesidad de caer en imágenes que dañan la imagen o la dignidad de la persona fotografiada".
Juan Ignacio Fernández es el redactor jefe de fotografía de EL CORREO. Considera este tema de extrema complejidad: "Los lectores no saben las fotos que nos llegan, la dureza de algunas de ellas, del trabajo que supone elegir, descartar, de lo delgada que es la línea entre lo que tú entiendes que es necesario para denunciar una situación, para intentar hacer algo, y de lo que puede ser visto como morboso. Pienso que la mayoría de los lectores creen que si damos fotos así es para atrapar la atención, por puro morbo, para vender. Es difícil ver determinadas imágenes desde nuestra perspectiva occidental, cuando allí donde se producen son el pan nuestro de cada día, donde la violencia es moneda común. De todos modos, yo no soy partidario de dar fotos de niños muertos. Hay que tener mucho cuidado. Y en cualquier caso, ser muy sensatos en la elección". En Unicef opinan que la clave en estos casos es siempre ser "extremadamente respetuosos con la dignidad de la persona fotografiada. Ante una imagen de este tipo siempre tenemos que pensar: ¿me gustaría que se le diese difusión si fuese mi hijo el protagonista? Se puede hablar de un problema y hacerlo visible sin necesidad de caer en imágenes que dañan la imagen o la dignidad de la persona fotografiada".
Jose Luis Revuelta Ibáñez es un diseñador aficionado a la fotografía y padre de una cría de tres años que utiliza su perfil de Facebook para, entre otras cosas, colgar fotos de niños víctimas de conflictos, pequeños muertos. En una de ellas se ve a un padre sirio llorando abrazado a su niño, ya cadáver, después de ser recuperado con vida de entre los escombros pero fallecido a las puertas de un hospital por la ausencia de una ambulancia que lo trasladara con la urgencia necesaria.
Un hombre llora la muerte de su hijo a las puertas del hospital Dar el Shifa, en Aleppo, Siria. Octubre de 2012. /(AP/ Manu Brabo)
¿Por qué cuelga fotos así José Luis Revuelta? Responde: "Soy un superviviente de la tragedia de Biescas. No es haber estado a un milisegundo de mi propia muerte ni haber compartido espacio con los muertos lo que me ha dejado marcado, sino los gritos desgarradores y el deseo de arrancarse la propia vida de quienes en aquella morgue improvisada en que se convirtió el Palacio de Hielo de Jaca reconocían a alguno de sus seres queridos con la cara lavada pero el pelo lleno de barro húmedo. Sobrevolamos la desgracia de otros seres humanos que han de enfrentarse al sufrimiento más absoluto que sólo el hombre es capaz de generar asesinando a un hermano, un padre, una madre, una hija, un bebé... La foto establece un nexo incuestionable entre nosotros y lo que ocurre. Es la realidad. Está ahí y hemos de mirarla porque no hacerlo es colaborar con quienes provocan tanto dolor y abandonar a su suerte a quienes lo sufren".
Sostiene que las redes sociales, en este caso Facebook, están llenas de "llamadas al amor por nuestras mascotas y al ridículo de nuestros gobernantes, pero son un camino a recorrer por parte de los ‘activistas de sofá y ratón’, entre los que me incluyo, donde prolongar el toque de atención que los medios convencionales solo son capaces de sostener mientras no ocurra nada más cercano". "Hemos desterrado la empatía y el amor al prójimo de nuestro día a día. No nos damos cuenta de que esos niños muertos son los hijos de nuestros vecinos y solo por unos pocos kilómetros no son los nuestros", advierte.
Como cuando en televisión pinchan el 'What a Wonderful World' de Louis Armstrong para acompañar crudas imágenes de guerra, Revuelta incorpora en ocasiones textos. Como 'La muerte del niño herido', de las 'Poesías de Guerra' de Antonio Machado. "Lo puse porque me parece que une a todos los niños muertos, y los une en el tiempo y en el espacio, todos iguales. A los que cantaba Machado en su día y los que mueren hoy, esos críos que podrían ser los nuestros. Demuestra lo poco que hemos aprendido". Éstas son algunas de las reacciones a las imágenes que selecciona en su 'muro' de Facebook: "Colgar la matanza para recordar en qué triste humanidad andamos todos metidos. Esta lucidez que da el horror es un avance importante". "Increíble, imperdonable, está pasando; la crueldad más sañuda y cobarde".
No es raro que alguien se pregunte qué puede hacer para parar el horror que se produce a tantos miles de kilómetros de distancia. Unicef ofrece una vía: "con donaciones, difundiendo la actualidad sobre los niños, ejerciendo como voluntarios... Todas y cada una de las aportaciones sirven a la causa de la infancia más vulnerable y a la defensa de sus derechos. En nuestro caso, cualquier persona que quiera colaborar puede enviar un sms con la palabra Unicef al 28028. Lo que cuesta cada mensaje equivale al tratamiento contra la desnutrición de un niño con desnutrición aguda grave durante un día". Revuelta está convencido de que "cada uno de nuestros votos con los que determinamos gobernantes es determinante en las acciones propias e internacionales en las que intervenimos". Propone también "firmar manifiestos y peticiones para que los cascos azules de la ONU protejan a la población civil en las zonas de conflicto y exigir a nuestros gobernantes que presionen para que se abran corredores por donde agencias humanitarias evacúen a los heridos y lleven ayuda a las personas atrapadas por los enfrentamientos..."
En el peor de los casos, como razonaba hace unos días aquella anciana de Gaza sentada a las puertas de la escuela, quizá no podamos hacer nada, quizá nada sirva. Pero también quizá merezca la pena ser conscientes de que cuando el corazón nos da un vuelco al ver que nuestro niño se pilla un dedo con la puerta, una madre, un padre en el otro extremo del mundo llora abrazado a los cadáveres de sus cuatro hijos. Mientras el mundo sigue girando. De algo sirve la visión de esas fotos que Revuelta cuelga en su Facebook cuando ha provocado una respuesta como ésta: “Hoy hay manifestación en Ferrol. No tengo hijos pero gritaré como una madre”.
Entierro de un niño palestino en un cementerio de Gaza. Noviembre de 2012. (Mohammed Salem / Reuters)
Dios mío que triste...¿ hasta cuando será eso ?....como alguien puede matar así a un niño inocente...dios.se me ha echo un nudo en el garganta y se me salen las lagrimas viendo esas imágenes.
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