martes, 17 de abril de 2012

Flor de Primavera

Flores de primavera, hermosas y efímeras, surgen del frío invierno, dónde parece no haber vida, pero aunque oculta bajo un blanco manto de nieve, o invisible en las desnudas ramas de los árboles, permanece latente.

Hace poco alguien me preguntó cuál era la estación del año que más me gusta, y sin dudarlo contesté que la primavera. Pero ahora creo que voy a cambiar. Creo no, voy a cambiar. La primavera representa la nueva vida, las flores, hermosas y efímeras que resurgen. Pero voy a cambiar la primavera por el invierno. Los que me conozcan pensarán que el cambio se debe al frío, que me encanta, pero no, elijo el invierno porque representa para mi la esperanza y la lucha. La esperanza de una nueva vida, de que nuevos brotes surjan en los campos, de que los árboles se vistan con vellos follajes coloridos. Y la lucha porque así sea. El esfuerzo de esos pequeños brotes de vida, por salir adelante a pesar de lo duro que pueda ser el invierno. 

Me sorprenden esos árboles que tras permanecer meses cubiertos por nieve, al llegar la templanza de la primavera se llenen de flores. ¿Cómo es posible que algo germine después de haber permanecido meses cubiertos por una heladora capa de nieve? La respuesta es sencilla, la vida siempre busca la forma de salir adelante. Siempre que haya un pequeño aliento, hay esperanza, esperanza de una nueva vida, si bien no libre de lucha. 

Lo mismo ocurre con esos campos que durante los meses de invierno han permanecido infértiles. Pero es una infertilidad pasajera, ya que con la primavera, los campos vuelven a trabajarse. Se ara la dura tierra, endurecida por la crudeza del invierno, pero su magia sigue intacta, bajo esa primera capa de roca. 

La primavera no podría ser tan hermosa, si el invierno no fuera lo que es. 


Me quedo con las ramas desnudas de los cerezos durante el invierno, con la esperanza de verlas florecer en la primavera. 

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