Ayer, mientras veía como en un campo cercano a casa uno hombre trabajaba, recapacité sobre cuántas cosas hay en esta vida que llevan un trabajo que a simple vista no sé ve.
El hombre en cuestión estaba preparando la hierba para hacer fardos. Estoy convencida que muchos de nosotros pensamos que hacer fardos es muy sencillo, pero lleva bastante más trabajo del que se ve.
Lo primero que se debe hacer es esperar a qué la hierba crezca lo suficiente. Se trata de una espera de semanas, tal vez meses. Una vez que la está suficientemente alta, se debe cortar, pero esperando el momento adecuado, un tiempo en el que no se espere agua, pues la lluvia lo puede estropear todo.
Pero con el corte no se termina el trabajo. Se debe esperar a que la hierba se seque. Y ahí, más trabajo. Se debe ir dando la vuelta, se debe remover, para que no seque solo la parte cara al sol. Finalmente, una vez que está seca, se enfarda. Muchos pensarán que el trabajo ya está hecho. Todavía no. Una vez hechos los fardos, se deben recoger, y guardar en una lugar seco.
Y todo este proceso se lleva a cabo con la esperanza de que no llueva, pues esa lluvia, como ya he mencionado puede estropear todo el trabajo hecho.
Reflexionando sobre el trabajo que lleva hacer un fardo, me vino a la cabeza el Tai Chi, y lo que representa.
Creo que el trabajo del Tai Chi es un poco como el hacer fardos, en el sentido de que el trabajo que conlleva no sé ve. No podemos olvidar que el Tai Chi es un Arte Marcial, pero de estilo interno. El trabajo es de uno mismo, trabajo que alguien que nos ve practicar Tai Chi puede intuir, pero no ver claramente.
Muchas veces, nos perdemos en lo que se ve, en vez de en lo que no. No es más bonito el Tai Chi de quien presenta una posiciones más bajas, o realiza un movimiento más fluido. Muchas veces, el Tai Chi más tosco, el que menos técnica tiene, es el más bello, el que más trabajo representa.
Al tratarse de un Arte Marcial de carácter interno, el trabajo de verdad no sé ve, como he dicho, algo se puede intuir al ver a una persona practicar Tai Chi, pero ninguno de nosotros podemos ver la esencia del trabajo del otro. Eso es algo que se queda cada practicante para sí mismo. Aunque no es menos cierto, que ciertas actitudes, antes, durante y después de la práctica, nos pueden dar una pequeña pista del trabajo que cada uno está realizando.
Y viendo a ese hombre preparar la hierba para enfardar, me di cuenta, que cada uno debe preocuparse de su propio trabajo, de su propio ser. Cada uno conoce y sabe el trabajo que hace, y la mayoría de las veces, el resto de las personas, solo es capaz de percibir una pequeña parte. Y qué más da que no perciba más, si en definitiva, el trabajo que estamos realizando es para nosotros, no para los demás.